la gripe

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Estamos en plena época de catarros, gripes y resfriados, y cada uno se alivia como puede. Nadie nos va a evitar el malestar durante varios días y no hay soluciones milagrosas ni siquiera en la farmacia. Por eso, los remedios caseros, con mayor o menor acierto, siguen siendo una referencia.
Entre los más populares está la cebolla en diferentes preparaciones. Hay quien recomienda partirla en dos mitades o cortarla en trozos finos y dejarla en un plato en la mesita de noche. Algunos le añaden azúcar y agua. Otros apuestan por hervirla y respirar sus vapores. También hay quien dice que lo mejor es mezclarla con miel, ajo o limón.

La idea es que los vapores de la cebolla actúan como un analgésico natural, que puede calmar la irritación e hidratar las mucosas, además de aliviar la tos. En definitiva, muchas personas consideran que oler cebolla les hace respirar mejor.

Un remedio muy español

Según la farmacéutica y experta en nutrición Marián García (‘Boticaria García’ en el mundo de la divulgación científica), el mito de la cebolla y los resfriados es muy español –también se utiliza un poco en Francia–, sobre todo en lo que se refiere a su supuesta utilidad contra la tos.
Sobre este tema en concreto apenas hay referencias científicas, salvo un artículo del pediatra Antonio Martínez Gimeno que repasa mitos en torno al asma. De la posible utilidad de la cebolla para calmar la tos simplemente dice que no hay evidencias.

¿Por qué piensas que funciona?

Entonces, ¿por qué a muchas personas les funciona? Según Marián García, hay razones que explican esa percepción personal. La principal es que la tos acaba desapareciendo en un periodo de tiempo relativamente corto, así que nos puede parecer que ha sido gracias a la cebolla o a cualquier otro remedio aunque no sea así. Además, puede tener un efecto placebo, al igual que otras ocurrencias que en realidad ni benefician ni perjudican.

No obstante, hay un remedio casero que sí está respaldado por la ciencia: la miel. Una revisión de estudios de la Biblioteca Cochrane indica que este producto «probablemente reduce la duración de la tos en mayor medida que el placebo y el salbutamol». Los autores se centraron en la tos aguda en niños, pero advierten de que la evidencia científica tampoco es muy sólida en este caso porque la mayoría de los estudios se hicieron con niños que recibieron el tratamiento una sola noche.

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