Cuando preparas algo por ti mismo te invade una sensación indescriptible, por eso vamos a elaborar queso fresco en tu propia casa. Tendrás un producto buenísimo que podrás combinar con una gran variedad de ingredientes. ¿Te atreves?
PREPARA QUESO CASERO CON CUATRO INGREDIENTES
Cocinar nuestros propios alimentos permite que los productos que consumamos sean más sanos y, además de ahorrar dinero, nos damos el gusto de aprender algo nuevo.
Para empezar, los ingredientes que vas a necesitar para la preparación del queso son:
Leche fresca: lo ideal sería usar una leche lo menos tratada posible, debido a que eso determinará la consistencia del producto final. Si no consigues leche fresca, es mejor que utilices leche pasteurizada que leche UHT (Ultra high temperature, lo que significa que ha sido procesada a temperatura alta). ¿Entera, semidescremada o descremada? Entre estas tres, lo más recomendable es usar la entera.
Limón o vinagre: tan solo necesitas media taza, lo que va a permitir que el queso tenga una consistencia más cremosa y la leche cuaje bien en el proceso.
Sal: solo necesitas una cucharadita, pero todo queda en gustos. Recuerda probar antes para ajustar la sal según tu preferencia.
Yogurt natural o crema agria: este es un ingrediente opcional, pero sin duda le dará más consistencia al producto final.
Paso a paso de cómo hacer queso casero
Prepara la leche: como ya repasamos, lo ideal es que utilices leche fresca y si no, que sea entera. Lo primero que tienes que hacer es colocar la leche en una olla (preferiblemente, una de acero inoxidable) lo suficientemente grande como para que toda la mezcla quepa.
La empiezas a calentar en un fuego medio-alto y cuando esté caliente, sacas una taza de leche para mezclarla con el yogurt. Antes de que la olla con leche empiece a hervir, apagas el fuego. Dejas reposar un minuto y luego le añades la taza revuelta con leche y yogurt, y el vinagre o el jugo de limón. Con el fuego apagado, sigues mezclando y verás cómo se va formando la cuajada, separándose del suero.
Extrae el suero del queso: Con la ayuda de un colador, vas a separar la cuajada del suero del queso. Al final, este suero no lo necesitamos para nuestra preparación, entonces lo puedes usar en lo que quieras o desecharlo. Lo más importante es que drenemos el queso, para que su consistencia y su sabor se conserven en el sólido.
Amasa: una vez eliminamos el suero del queso, es hora de comenzar a amasar y aplastar la masa de queso. En este paso le agregamos la sal y empezamos a mezclar. Si quieres experimentar un poco con tu queso, este es el momento ideal para hacerlo. Algunos le agregan mantequilla, previamente derretida en una sartén, y otros le agregan algunas especias para darle más potencia a su sabor.
Entre más líquido elimines del queso, menos humedad y más consistencia tendrá. El resultado final va en gustos. Si prefieres que el queso quede un poco más grumoso, lo puedes amasar poco tiempo; pero si prefieres un queso más duro y firme, amásalo todo lo que puedas.
Retira, deja enfriar y conserva: después de lograr la textura de queso que quieras, dejas enfriar unos 10 minutos la masa de queso y lo envuelves en papel film. Lo llevas al refrigerador y lo dejas ahí por lo menos 24 horas antes de consumirlo.
Consejo sobre cómo conservar el queso
Ya se dieron cuenta de lo fácil que es preparar el queso, pero hay algo que deben tener en cuenta: es un alimento delicado. Por tanto, debemos aprender muy bien cómo cuidarlo para que se mantenga fresco y no se estropee en un par de días.
Muchos trucos se conocen sobre cómo cuidar este alimento, como poner un trozo de papel de cocina debajo del queso (para absorber todo el líquido que pierde a lo largo de los días) o bañarlos en aceite vegetal para conservar su sabor y su textura. Estos consejos funcionan muy bien, si eres disciplinado para cambiar el papel todos los días o si tienes suficiente aceite para guardarlos.
Sin embargo, una de las sugerencias más prácticas es envolver el queso en papel de horno o, en su defecto, aluminio. Esto permitirá que el queso respire, pero no se seque. De esta manera, tu queso tendrá la textura de siempre.
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